Habrá miles de argumentos para rebatirlo, pero creo firmemente que la primera manifestación cultural y artística del hombre fue gráfica y en dos dimensiones. Mucho antes, por supuesto de que a nadie se le ocurriera plasmar un dibujo en una cueva, esculpir un abalorio para colgarlo al cuello o fabricar un contenedor.
Seguramente, mucho antes, algún primate, consciente de que sus dedos eran prolongaciones de su espíritu, hizo un pictograma sobre la tierra suelta, la arena de la playa, la escarcha de la mañana o el tronco de un árbol, para exteriorizar un sentimiento o un mensaje no verbal, lo que nos lleva también a cuestionar que probablemente, también la pintura fue el primer vehículo de comunicación real (gruñidos y olores aparte, por supuesto), muy anterior al lenguaje.
Desde entones ha habido un afán de evolución gráfica y pictórica que parece no tener fin, sobre el cual, ponerse a disertar sería largo y aburridísimo, además de no conducir a ningún lado. El hecho es que esta evolución, nunca ha sido independiente de la propia evolución cultural humana y siempre, para desgracia del arte, muchas veces a “trabajado” para la evolución y la civilización humana.
Llevo 43 o 44 años pintando, eso es seguro, y no he sido impermeable a las tendencias, lo reconozco. No obstante creo que estoy llegando a conseguir posicionarme en la total y absoluta “retaguardia” artística. Es decir, me importa poco o nada lo que cada cual opine acerca de mi obra, ya que, al fin estoy consiguiendo retroceder a mi infancia como artista y alejarme de la racional, comunicativa, justificable y puñetera democratización gráfica.
Bienvenidos al totalitarismo universal del alma humana, amigos…
Bajo estas líneas: “Eva” óleo sobre lienzo 100 x 135 cm.
Impermeable a las tendencias. Impermeable a los mercados.
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